Apuntamos nuestras primeras notas: espuma gruesa, jabonosa y enormemente duradera. Burbuja bien visible y muy viva. Entre marrón burdeos y castaño cobrizo. Enturbiada y con restos de fermentación en botella.
Empezamos una nueva fase y saltan algunas alarmas, el primer contacto es demasiado intenso como para resultarnos 100% agradable, una especie de oxidación o reducción en botella más propia de un vino. ¡Que no cunda el pánico! poco a poco se va disipando y la malta tostada y el lúpulo van tomando posiciones.
Producto artesanal y elaborado sin prisas, exige que respetemos sus tiempos. Ahora, lejos de contaminaciones van aflorando aromas de levadura, esteres y pinceladas frutales de la fermentación para dejar una sensación aromática dominada por miel y caramelo pero donde cohabitan: canela, ciruela, pasas, pera e incluso heno.
Otra pausa antes de llevarlo a la boca. Arranca seca, mezcla del carácter amargo de la malta torrefacta, el lúpulo y los dulces melosos. Efervescente y de cuerpo ligero deja sensación de aguja fruto del carbónico y la fermentación. Completando su esqueleto hay fruta madura, pasas, ciruelas, uva y vino dulce. Antes de irse deja un profundo recuerdo a miel y café torrefacto.
Este fin de semana fue la feria de cervezas artesanas de Noblejas (Toledo), una buena manera para descubrir o disfrutar de esta poco común y compleja cerveza de miel.
© Fernando Terán
Catador de cervezas
Comentarios