Esta frescura en boca y el potencial varietal que mantiene en un año seco muestra la capacidad de adaptación de la variedad al cambio climático. «Esta adaptación nos genera una gran confianza en la apuesta de futuro que queremos hacer con la Mandó», explica Miquel Palau, enólogo de Abadal.
A partir de esta añada —y ya en las próximas se irá haciendo progresivamente— se han incorporado diferentes parcelas de mandó al cupaje, lo que permite jugar con la orografía irregular de la finca para encontrar un cupaje que aporte complejidad y ofrezca la máxima tipicidad. Este vino tiene una crianza de 12 meses que combina ánfora de arcilla y bota de roble.
Abadal Mandó nos traslada al mismo bosque del Bages con aromas florales, de algarroba, de sotobosque y un fondo especiado, de regaliz y de fruta madura. En boca es muy fresco, equilibrado, goloso y redondo, con un final que recuerda la tipicidad aromática de esta variedad y una acidez viva que le confiere larga vida en la copa. Frescor, elegancia e identidad varietal.
PVP: 16 €.
© Roberto G. Corona / Javier G. Paradelo
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