Viñas Del Cámbrico se encuentra ubicada en medio de un bosque de encinas en el pueblo de Villanueva del Conde, bodega cuyo nombre hace referencia a la era geológica en la que se formaron las rocas que dan sustento a infinidad de pequeñas parcelas, cultivadas en terrazas graíticas o pizarrosas.
Allí nos encontramos con el empresario Fernando Maíllo, donde junto a su equipo de trabajo elabora desde 2003 una gama de vinos muy interesantes basados en la agricultura ecológica y en la recuperación de variedades autóctona como la Rufete (uva tinta, con racimos muy pequeños, la piel bastante final, con muy buen cuerpo y con unos aromas y colores muy característicos), la Calabrés (un clon de Garnacha) y la Aragonés (clon del Tempranillo).
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Sus vinos comparten algunas características como el gran trabajo en viña previo a la vendimia manual en pequeños recipientes —se entiende dada la pendiente de algunas fincas—, así como la fermentación en depósitos de acero con levaduras autóctonas y todos los movimientos del mosto y del vino por gravedad.
Ello se traduce en un vino mineral cargado de aromas serranos en el caso del Viñas del Cámbrico, que se transforman en intensos sabores a frutos rojos en el caso del 575 Uvas, elaborado mezcla de rufete, tempranillo de vilas viejas y calabrés.
La gama más alta de vinos de la bodega está reoresentada por los monovarietales Cambrico Rufete, Cámbrico Tempranillo y Cámbrico Calabrés, procedentes de viñas de entre 80 y 110 años, y que han sido criados en barricas más de 24 mese.
Y en un descanso de la visita a las escarpadas laderas de la sierra donde se encuentran las pequeñas fincas charlamos con Fernando Maíllo. Y esto fue lo que nos contó.
© Javier G. Paradelo
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